Cuidados para una piel sana

Para mantener una piel sana es recomendable realizar diferentes cuidados. En el siguiente post te dejamos diferentes consejos para mantener tu piel sana y cuidada.

El órgano más extenso del cuerpo humano es la piel. En permanente relación con el medio externo, la piel tiene un papel clave en la protección del organismo, actuando como barrera. Un correcto cuidado de este órgano es clave para que pueda cumplir su función. Además, estéticamente, la piel es nuestra principal “carta de presentación”. Por estos motivos, preocuparse por su salud es cuidar también de la nuestra. 

La piel es vulnerable ante factores diversos, entre ellos, la exposición al medio ambiente y su propio envejecimiento. Una rutina adecuada para cuidar de nuestra piel previene daños, y contribuye a mejorar su bienestar.

¿Qué es la piel?

La piel es un órgano, el más grande y visible de nuestro organismo, que sirve de recubrimiento a toda su superficie externa. 

La conforman varias capas de tejido, cuya función es actuar como barrera. Estas capas actúan como reguladoras de la temperatura corporal, sirviendo además como “fortaleza” para evitar el acceso al organismo de microbios y bacterias perjudiciales procedentes exterior. De esta y otras de sus funciones hablaremos a continuación.

Pero ¿cuáles son esas capas que componen nuestra piel?

La piel está formada por tres capas principales: la epidermis, la dermis y la hipodermis.

  • La epidermis es la más externa y fina de nuestras capas cutáneas. La componen fundamentalmente células de queratina que, de modo continuo, se van renovando.
  • La siguiente capa es la dermis. A diferencia de la epidermis, esta es más robusta y resistente. En su interior, la dermis contiene vasos sanguíneos, folículos, glándulas sebáceas y terminaciones nerviosas.
  • Finalmente, la hipodermis es la más profunda de nuestras capas cutáneas. La principal funcionalidad de esta capa es actuar como aislante térmico y reservorio de energía, gracias a su abundante composición en tejido adiposo.

La piel y sus funciones

En las líneas superiores hablábamos de la importancia de la piel en la protección del organismo. Las diferentes capas que conforman este órgano actúan de elemento defensivo ante la amenaza de agentes externos, como los microorganismos. De igual modo, la piel es sumamente importante para mantener unos adecuados niveles hídricos necesarios en el organismo, previniendo una pérdida excesiva de agua.

No debemos olvidar que la piel es esencial para el desarrollo sensorial. El sentido del tacto está íntimamente ligado a este órgano. Además, la piel posee otras funcionalidades especialmente relevantes, como su responsabilidad en la producción de vitamina D.

Finalmente, y no por ello menos importante, la piel y sus características cobran especial relevancia para el desarrollo de la identidad personal de los seres humanos.

Piel y genética

La calidad y salud de nuestra piel se ve condicionada por algunos aspectos de diversa consideración. La genética es uno de ellos. 

Los genes que heredamos de nuestros progenitores determinan algunas características relevantes de nuestra piel. La importancia que cobra la genética en este órgano es notable, influyendo en aspectos como el tipo de piel (grasa, seca o mixta) o el grosor de algunas capas, como la epidermis.

Además, los factores genéticos inciden en algunas de las habilidades de este órgano cutáneo, como la producción de colágeno o la capacidad de reparación celular. La predisposición del organismo a afecciones de la piel está igualmente condicionada por la genética heredada por el individuo. Así, existen personas con una piel más propensa a desarrollar, por ejemplo, manchas y otras en las que la degeneración del tejido se ralentiza, por su resistencia.

La genética es también un punto determinante en el envejecimiento de la piel. La aparición de arrugas o flacidez, en ocasiones es desencadenado por factores genéticos. Esto se debe a la predisposición hereditaria en algunos individuos a producir colágeno y elastina en proporciones inferiores. Otra de las habilidades cutáneas que puede verse limitada por factores de carácter genético es la capacidad de reparación de daños celulares. Este factor se aprecia especialmente durante el envejecimiento de la piel, ya que, en el caso de aquellos deterioros ocasionados por factores ambientales, no existe una regeneración adecuada.

Aunque es evidente que la genética tiene un importante papel en la calidad y salud cutánea, una adecuada protección ante factores ambientales como la exposición solar es clave para el bienestar de nuestra piel. 

Tips para cuidar la piel

Como ves, la piel es un órgano muy importante para la salud de nuestro organismo, pero también vulnerable. Para proteger a la piel de los factores perjudiciales que la puedan afectar, es importante seguir unos pasos o rutina para su cuidado. A continuación, te proponemos unos “tips”, interesantes y beneficiosos, para la salud de nuestra piel:

  • Limpieza: A lo largo del día, nuestra piel está permanentemente expuesta al medio exterior. Para eliminar residuos perjudiciales acumulados, procedentes de agentes externos, impurezas o restos de maquillaje de la piel, es importante lavar el rostro con un producto limpiador apropiado para cada tipo de piel.
  • Exfoliación: Descartar células muertas, así como incentivar su renovación, son los beneficios de exfoliar la piel de modo regular. Evita productos o métodos agresivos, y aplícalos de manera periódica.
  • Hidratación: Durante tu rutina de cuidado de piel, no olvides aplicar sobre esta una crema hidratante, especialmente tras utilizar productos limpiadores o exfoliantes. Una correcta hidratación proporcionará a tu piel la suavidad y protección necesarias ante factores agresivos.
  • Protección solar: Elige un protector solar que se adecúe a tu tipo de piel y a la intensidad o duración de la exposición solar. Seleccionar el producto adecuado es clave para su efectividad y, por tanto, para prevenir daños ocasionados por el Sol y sus rayos UV.
  • Alimentación y estilo de vida: Puede parecer un tópico, pero una alimentación variada y rica en nutrientes, vitaminas y antioxidantes es altamente beneficioso para la salud de nuestra piel. Asimismo, un consumo regular de agua al día, especialmente en los meses de mayor exposición solar, es clave. Evita el estrés y prioriza tus tiempos de descanso. Tu piel te lo agradecerá.
  • Cuidado específico: Una consulta dermatológica o a un experto es importante para el tratamiento de afecciones cutáneas frecuentes, como el acné o las manchas. Siempre que su aplicación sea recomendada por un profesional, el uso de productos específicos para corregir este tipo de patologías es beneficioso.

Esperamos que con esta información hayas conocido mejor a este gran aliado de nuestro organismo y que, si es posible, puedas cuidarla mejor aún. Queremos recordarte la importancia de realizar un análisis de la piel, para poder diagnosticar y mantenerla sana. Estos procedimientos nos permiten, además, conocer mejor sus necesidades específicas y adaptar a cada caso una rutina de cuidado personalizada. Para cualquier consulta, no dudes en contactar con nosotros. 

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